Ema declara la relación con su naturaleza salvaje en la búsqueda por deconstruir la mirada sobre el cuerpo femenino y sus modelos hegemónicos, despojándose de tabúes sobre la sangre menstrual.

El uso de la sangre como dispositivo de escritura es el puente que nos acerca al espectador, testigo vivo de un ritual compartido. Durante el proceso de investigación escénica, las intérpretes recolectaron su sangre menstrual para usarla como tinta en las funciones.

Un viaje entre lo interno, visceral, hacia la forma que está en continua transformación. Los ciclos vitales, el ritmo, la geometría, la pulsación, la experiencia del goce y la voz de cada órgano, son el viaje y el resultado de una experiencia que se inicia en la intimidad de cada performer.